Hace demasiados meses que mis payasadas no provocan tus ganas de reír. No es que ya no me intereses pero el tiempo de los besos y el sudor es la hora de dormir. Duele verte removiendo la cajita de cenizas que el placer tras de sí dejo. Mal y tarde estoy cumpliendo la palabra que te dí cuando juré escribirte una canción. Un dios triste y envidioso nos castigó por trepar juntos al árbol y atracarnos con la flor de la pasión, por probar aquel sabor. El agua apaga el fuego y al ardor los años, amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño. Y cada vez peor y cada vez mas rotos, y cada vez mas tú, y cada vez mas yo sin rastro de nosotros. Ni inocentes ni culpables corazones que destroza el temporal, carnes de cañón. No soy yo, ni tú, ni nadie, son los dedos miserables que le dan cuerda a mi reloj. Y no hay lágrimas que valgan para volver a meternos en el coche donde aquella noche en pleno carnaval te empecé a desnudar. El agua apaga el fuego y al ardor los años, amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño. Y cada vez peor y cada vez mas rotos, y cada vez mas tú, y cada vez mas yo sin rastro de nosotros.
(Amor se llama el juego - Joaquín Sabina)
William Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente y recuerda: antes de hablar, escucha; antes de escribir, piensa; antes de herir, siente; antes de odiar, ama; antes de rendirte, intenta; antes de morir, vive.
2 de noviembre de 2010
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