Los grandes momentos de la vida son como un despertar, estás llenos de sorpresas, de belleza, de magia, de ternura. Los grandes momentos de la vida vienen acompañados de corazones acelerados, llenos de cosquillas en la panza, de sudor en las manos, de ilusión. Pero, en general, los grandes momentos de la vida, ocurren más tarde de lo esperado. Cuando lo que querés tarda en llegar, el deseo crece, se fortalece, y tu corazón se va preparando para recibir eso que tanto esperás. Si no estás listo para lo que deseás, es como comer una frutilla verde, es agria, no la disfrutás. Por algo ciertas cosas se hacen esperar. Las cosas importantes llevan tiempo, cuestan trabajo, esfuerzo, dedicación. El deseo se vuelve fuerte cuando uno se da el tiempo de desear. Si entre deseo y realización, no hay tiempo, es deseo se vuelve débil, descartable. Queremos todo rápido: la comida ya, los resultados ya, levantar el tubo del teléfono y que un delibery nos traiga la felicidad, ahora. Saber esperar, es saber desear.
William Shakespeare decía: Siempre me siento feliz, ¿sabes por qué? Porque no espero nada de nadie, esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución, lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente y recuerda: antes de hablar, escucha; antes de escribir, piensa; antes de herir, siente; antes de odiar, ama; antes de rendirte, intenta; antes de morir, vive.
12 de octubre de 2010
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